El evento organizado por la UNESCO reunirá representantes de alto nivel de ministerios de educación en tanto que socios clave para fomentar el diálogo político sobre cómo los países están priorizando y promoviendo la inclusión en la educación.
Todas y todos los estudiantes cuentan y cuentan por igual, en eso consiste la inclusión. La inclusión exige transformación, un cambio de paradigma en la filosofía y la práctica de la educación, lejos del enfoque de un "modelo único para todos”.
A pesar de los importantes avances logrados en la última década para que la educación sea inclusiva, todavía persisten profundas disparidades y se sigue negando el derecho a la educación a 250 millones de niños, niñas y jóvenes. La pobreza, la ubicación geográfica, el género, la lengua, la discapacidad, el origen étnico, la migración o el estatus de desplazamiento continúan dictando y limitando las oportunidades educativas.
La Declaración de Salamanca adoptada y ampliamente respaldada en la Conferencia Mundial organizada por la UNESCO y el Ministerio de Educación y Ciencia de España en Salamanca (España) en 1994 estableció el principio fundamental de la inclusión en la escuela: “Todos los niños deben aprender juntos, siempre que sea posible, haciendo caso omiso de sus dificultades y diferencias.” La escuela inclusiva debe responder a las diferentes necesidades de sus alumnos y alumnas. Los participantes en Salamanca consideraron los cambios políticos fundamentales necesarios para promover la educación inclusiva, es decir, garantizar que las escuelas atiendan a todos los niños y las niñas, en particular a aquellos que tienen necesidades educativas especiales.
Desde entonces, el concepto de inclusión se ha ampliado, enfatizando la necesidad de llegar a todas y todos los educandos, bajo el supuesto de que todos cuentan por igual y tienen derecho a recibir oportunidades educativas relevantes, equitativas y efectivas.
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